HISTORIA Y PROPIEDADES

 Existen cientos de variedades de aloe, pero el más conocido y empleado suele ser el aloe barbadensis, o aloe vera.

 Desde tiempos muy antiguos el aloe es conocido y apreciado por sus virtudes terapéuticas en Egipto, Oriente Próximo, África y Grecia, entre otros pueblos. También se empleaba en la medicina ayurvédica para expulsar lombrices, y en Sudáfrica y en China para el tratamiento de heridas.

 Los árabes fueron los mayores consumidores de aloe y lo usaban para curar las más variadas enfermedades.

 Con su poderoso efecto cicatrizante ejerce de antibiótico, anticoagulante, inhibidor del dolor y estimulante del crecimiento de los tejidos.

 Estimula, tonifica y aumenta las funciones protectoras del organismo, siendo útil no solo a nivel tópico sino también para el tratamiento de enfermedades gastrointestinales agudas y crónicas.

 Contiene cerca de 75 sustancias útiles, entre las que se encuentran resinas, aloína, vitaminas, minerales, enzimas, saponinas, ácido salicílico, polisacáridos, aminoácidos… y todas actúan en sinergia, apoyándose y potenciándose unas a otras.

 

 

¿CÓMO SE USA?

 Las suculentas hojas se aplican directamente o formando cataplasmas sobre heridas, eccemas, quemaduras, estrías cutáneas, infecciones de hongos, e incluso herpes y psoriasis.

 El jugo también puede ser consumido directamente de la planta, o procesado en infusión, tintura o licor para tratar dolencias estomacales, úlceras y enfermedades inflamatorias intestinales. El uso de aloe vera en el tratamiento de la bacteria H. Pylori reduce considerablemente la aparición de úlceras y la reproducción bacteriana.

 Se utiliza la pulpa en crudo, en ungüento, en gel… hoy en día existen innumerables formatos y usos para el aloe vera.

 Se comercializan jabones (pastillas o líquidos) , cremas, geles y toda clase de compuestos con base de esta polifacética planta, incluidos suplementos alimenticios.

 Es interesante saber que el gel de uso tópico y el jugo medicinal se obtienen de partes diferentes de la planta.

El gel se extrae de la parte central de las hojas, donde está más concentrado y es de uso tópico.

Mientras que el jugo se extrae eliminando el látex (que amarga el sabor) y diluyendo el gel en agua.

 El látex de aloe o aloe amargo, se extrae de la piel y actúa como un potente laxante.

 

 

EFECTOS SECUNDARIOS

 Algunas personas indican que se les reseca la piel con el uso continuado del aloe.

 El uso de aloe amargo como laxante puede originar un trastorno conocido como colon perezoso.

 No se recomienda su uso en niños ni embarazadas.

 

NOTA DE CULTIVO

 Al tratarse de una planta resistente y vigorosa requiere cuidados muy básicos para un desarrollo adecuado.

Se adapta a lugares soleados y sombríos, resiste bien el calor y la sequía y no requiere un riego excesivo.

Se reproduce por hijuelos y, como curiosidad, la ausencia prolongada de agua la anima a perpetuarse extendiendo su colonia.

Hoy en día es fácil encontrar macetas de aloe vera para su uso en interiores y exteriores en cualquier comercio, especializado o no.

 

 

 

 

¿Y tú?   

¿Qué más usos y propiedades conoces?

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