Mi experiencia con el yoga empezó hace algunos años, casi por casualidad, en un gimnasio generalista de los que ofrecen muchas clases dirigidas. Probablemente fue Hatha Yoga, aunque por aquel entonces ni distinguía ni tenía idea de que existieran variantes de dicha actividad.
No es que sea un comienzo muy épico, pero desde entonces estuve buscando Yoga en cada cambio de gimnasio casi como condición mínima para apuntarme, porque ya algo se removía dentro de mí con esa práctica.
Hace algunos de años di un paso más en mi concepción del yoga, pasando de la experiencia un poco cogida con alfileres de hacer yoga en gimnasios a acercarme a un centro especializado.
Hice un curso de Iniciación al Kundalini Yoga en el Centro Acuario (que lamentablemente no existe ya) y quedé absolutamente fascinada con las clases de Lakhmi Chand Singh. Aquello era un mundo completamente diferente.
No pude continuar asistiendo a clases allí (de hecho el centro ahora está cerrado) y fui buscando, de oferta en oferta, clases en otras escuelas de Kundalini Yoga. Estuve un tiempo en otro centro también dedicado al Kundalini Yoga en particular, donde tuve ocasión de probar clases con tres profesoras distintas y conocer distintas visiones también del mismo estilo.
Y tiempo después me desencanté con esa rama del yoga, enamorándome con más intensidad de la tradición Hatha.
También he practicado a lo largo de estos años con profesores independientes y aulas de Centros Culturales. Hay verdaderos abismos entre la experiencia de gimnasio, centro de yoga, profesor independiente y centros públicos…
En 2018 decidí dar un paso más y me apunté a un curso de formación de instructores de yoga. Un retiro de dos semanas en un centro aislado en los montes de Málaga, donde me adentré más profundamente en las sendas del yoga. En ese caso concreto Hatha y Kundalini y, gracias a algunas compañeras maravillosas: Ashtanga y Vinyasa.
Aquello sembró en mí suficiente curiosidad como para seguir buscando y queriendo formarme y en 2019, a través del sistema nacional de empleo, conseguí plaza en un Certificado Profesional de Instrucción en Yoga con el que por fin profundizaría en el conocimiento y la práctica de esta maravillosa disciplina.
Por circunstancias de «el resto de mi vida profesional», apenas he impartido algunas clases y utilizo mis estudios a nivel personal nada más, aunque tengo en mente el renacer de un proyecto que puede traer de vuelta esa faceta más activamente… 😉
A todo aquel que quiera disfrutar de una experiencia plena y completa, en cualquier tipo de disciplina (Hatha, Kundalini, Iyengar, Ashtanga…) mi recomendación es que busque centros especializados que se dediquen exclusivamente al yoga o al menos tengan alguna disciplina de yoga como actividad principal, aunque impartan otras actividades como danza, sanación holística o similares, que los hay y muy buenos. El ambiente es, para mí, muy importante en la práctica del yoga.
Por otro lado, la práctica del yoga no es una actividad meramente dirigida y en clase. Puedes practicar yoga en casa, a tu aire, ayudado de libros, videos de youtube, tutoriales o de tu experiencia en las clases. Incluso puedes practicar yoga sin estar enfocado en asanas y dedicado a la práctica activa directamente… andando por la calle, tumbado en la cama para dormir… la práctica de la respiración consciente, los mudras, la filosofía del yoga, las distintas meditaciones y relajaciones que puedes aprender en una clase de yoga… cualquier momento es bueno para introducir el yoga en tu vida.
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Fundadora de la Senda de la Naturaleza y proyectos asociados. Mi pasión es ayudar a impulsar proyectos artísticos y sueños complejos.