Como toda reflexión, el origen de este sendero trae consigo una historia…

 

En el año 2016 participé en una formación llamada Maestro de Maestros cuyo importe se salía de mi presupuesto y cuya pretensión original estaba enfocada a un desarrollo profesional que, curiosamente, tras el curso ya no seguí…

Suena poco halagüeño como punto de partida para explicar el nacimiento de un sendero, ¿no?

Pero quizá no lo sea tanto 😉

Por aquel entonces yo era formadora (ahora parece la vida de otro pensar siquiera en dar clases) y mi afán era mejorar mi técnica docente, convertirme en una oradora memorable y crear cursos que realmente marcaran la diferencia.

Participé en todos los cursos de Formación de Formadores que encontré, incluso en un tedioso y roba-almas certificado profesional de docencia de millones de horas y así fue que, enfocada como estaba en esa vía, llegó a mí el mentado curso MdM.

En paralelo a esa dimensión profesional, que más tenía que ver con mi faceta de emergencista que con la de “lo mío” por estudios universitarios, también llevaba años explorando opciones de emprendimiento.

Estudiaba libros de grandes emprendedores, sabios y maestros en diversas áreas; asistía a cursos de emprendimiento, oratoria, marketing, gestión empresarial… y diseñaba y rediseñaba proyectos empresariales y profesionales que llevaba años barruntando.

Entonces la Senda ya existía, apenas como un germen confuso; ya se había alzado y caído con todo el equipo “Proyectos Verdes” como promotora y constructora bioclimática; existía también el proyecto “Formavidas y la planificación de su propio canal de difusión sanitaria y de emergencias (precisamente fue Formavidas  uno de los impulsos a participar en la formación de Maestro de Maestros, ya que iba a coordinar un equipo de docentes de lujo en mi futura academia digital y quería poder ofrecer un servicio extraordinario); también por aquel entonces había levantado y luego desechado “Vivir de escribir.es como centro de recursos para escritores y Albbor.com como gestor y mentor de emprendedores e incluso había pasado de “FenixArteSana.es” a montar la tienda de artesanía en Etsy y dejarme de luchar con el diseño web y actualizaciones de e-commerce y demás…

Y en medio de esa vorágine de proyectos que iban y venían, llevaba bastantes páginas escritas de una suerte de diario del emprendedor, de los pasos que NO deben darse y mis aprendizajes por el camino.

Ese libro tenía por nombre “Descarrila” y no le había hablado a nadie sobre él.

 

Y fue en aquella formación de Maestro de Maestros, durante la conferencia del extraordinario Jose Ballesteros, donde me di cuenta de que yo realmente no quería ser ponente, ni oradora, ni conferenciante, ni formadora el resto de mi vida.

Me gustaba la docencia, pero no conectaba de la forma en que lo hacían los profesores de ese curso, ni los maravillosos docentes que tuve por compañeros. Así lo expuse y causó una gran conmoción, especialmente porque todos conocían mis dificultades y mi empeño para acceder al curso.

Así fue que los últimos días, hablando sobre el proyecto que montaríamos tras el curso, en mi caso particular que mi determinación era abandonar próximamente la vía de la docencia, salió a la luz la existencia del libro “Descarrila” y la idea tuvo muy buena acogida entre mis compañeros (todos coaches, docentes de alto impacto, profesores universitarios y profesionales con equipos a los que formar) y recuerdo un “eso no puede quedarse solo en un libro” y cómo mi mente hiper-emprendedora vio claro un nuevo proyecto: Descarrila.

 

Pero mi apuesta fuerte ya empezaba a ser la Senda: quería crear una comunidad donde fuera posible intercambiar más ideas tan chulas como esas, hacer partícipes a otros de los rendimientos del proyecto, que mi futura empresa beneficiara a cuanta más gente mejor y, Descarrila apenas era una ramita más dentro de ese magno árbol de posibilidades que era y es la Senda.

Debo aclarar que pertenezco a una generación marcada, desde sus primeros años laboralmente activos, por sucesivas crisis económicas, crisis de construcción (ahora también crisis del coronavirus)… para la que el trabajo ha sido siempre algo difícil de encontrar, tanto más cuanta más formación tuvieras, así que mi afán siempre ha sido crear algo que diera oportunidades a todos aquellos egresados como yo, muertos de asco en el mercado laboral y cuya extensa formación limitaba en lugar de abrir sus posibilidades profesionales. Y con esa pretensión han ido surgiendo todos los proyectos…

Proyectos Verdes buscaba dar un sentido profesional significativo a los aparejadores con bellas ideas de construcción sostenible que, tras la carrera, trabajaban en tiendas de ropa, hostelería o directamente en nada.

Formavidas intentaba crear un equipo, con la participación de todos aquellos grandes docentes de los que tuve el honor de rodearme en mi época en SAMUR-Protección Civil, pero no podía remunerar el esfuerzo necesario para ponerlo en marcha y las necesidades de supervivencia de cada cual pudieron más que la ilusión por el proyecto. Habría sido grandioso, porque la calidad docente de mis formadores era bárbara, pero con la idea de esperar a que pasaran oposiciones y circunstancias de cada uno y yo ir reuniendo un presupuesto para arrancarlo… aquello fue congelándose y perdiendo el hálito.

La Senda sigue buscando dar difusión e impulsar proyectos de diversa índole, siempre con el anhelo de que la gente que ama lo que hace pueda explotarlo y vivir de ello.

 

Y por eso uno de los senderos de la Senda es el de la Reflexión. Porque todos los proyectos surgen en la mente y son impulsados por el corazón y éste es un sendero de pensamientos, ideas, proyectos. Porque yo misma soy un hervidero de proyectos, anhelo de aprender, curiosidad y autodescubrimiento continuo.

 

Y en el camino he encontrado a otros tan inquietos como yo.

Que este sendero os sirva también.

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