El ser humano es un ente social. Incluso los trolecillos de caverna que prefieren la soledad de los libros a los eventos multitudinarios conviven con el mundo a su alrededor de forma más o menos fluida o integrada.

 Nuestra relación con aquello que nos rodea tiene un sinfín de campos: nos rodeamos de personas y esas personas tienen sus propios círculos de personas con los que conectamos.

También esas personas que nos rodean tienen sus propias actividades, de las que podemos formar parte, recibir servicios o productos e interactuar de formas variadas.

Además de personas nos rodean otros seres vivos: pájaros, perros, gatos, insectos, roedores, caballos…  ¡y plantas!

Todo un variado elenco de fauna y flora en función de dónde vivas y por dónde te muevas habitualmente.

Y no solo nos rodean criaturas móviles… también paisajes llenos de su propia vida e historia. Ecosistemas urbanos o rurales, de costa o de interior, con mayor o menor población de todo tipo.

Al final, por solo que crea estar, el ser humano está rodeado de un sinfín de cosas de toda índole. Y con ese exterior se relaciona.

Quieras o no, formas parte del tejido de tu entorno. Puedes enhebrarte con él o caminar de puntillas sobre la inmensa tela de araña, pero no deja de estar ahí y tarde o temprano interactuarás con ella.

Y ese entorno está lleno de recursos, conocimientos, agrupaciones, iniciativas y actividades interesantes.

Aquí tienen cabida todas ellas.

Desde las protectoras de animales cuya labor ayuda a innumerables vidas a prosperar y completarse, hasta los proyectos más inverosímiles como recreaciones fantásticas de obras literarias.

El Sendero de la Convivencia acoge todo proyecto social, cultural, educativo, divulgativo o de entretenimiento que valga la pena difundir.

Y también historias personales y recursos útiles para la vida, la convivencia o la supervivencia.

Todo eso y mucho más.

¿Y tú?

¿Qué quieres aportar a este sendero?

 

 

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