Las Redes Sociales son Anti-Mindfulness

 

Cuando nos explican qué es el mindfulness (o meditación) y cómo practicarlo, no suelen explicarnos qué ha causado que cada vez estemos más lejos de este concepto; el estar alejados causa gran parte de los problemas que tenemos hoy en día en la sociedad occidental. Para mí, hay algunos grandes enemigos del mindfulness y todos comienzan con la era “internet”. Es así, las redes sociales son lo más anti-mindfulness que tenemos hoy en día. Y el WhatsApp, por excelencia.

 

Una de las cosas que más me gustó de mi retiro-formación de yoga fue precisamente el volver a la naturalidad en la comunicación. Gracias a la escasa cobertura (sí, gracias!) apenas pasábamos tiempo con el móvil; a mí, sinceramente, tampoco me apetecía demasiado. Conocer a un grupo de personas hablando cara a cara, sin distracciones, sin estar en otras 20 conversaciones virtuales a la vez, es una gozada. Lo triste es que esto es algo que hemos perdido casi por completo y con ello hemos perdido una gran parte de las cualidades en las relaciones interpersonales.

Hace unos cuantos años (antes de que tuviéramos internet) la comunicación se hacía en directo. Bien era en persona, bien era por teléfono o incluso por carta, cuando estabas comunicándote lo hacías de forma consciente y plena. Es decir, tanto si hablabas con una sola persona o con varias, en un entorno real estas personas saben con quienes estás hablando y participan de esa comunicación. Incluso escribiendo una carta, no estabas escribiendo cinco más a la vez; ni leías cinco cartas a la vez, intercaladas. No tenía sentido hacerlo de esa forma.

 

¿Te has parado a pensar cómo nos comunicamos ahora?

 

Ahora tú puedes estar hablando “en persona” con una amiga, mientras chateas por dos grupos, con otras dos personas y entre medias ves las stories de otras 20 más. Es decir, en realidad no estás en ninguna de las conversaciones al 100%. Lo peor, que esas personas con las que te comunicas no saben en cuantas conversaciones o tareas estás a la vez; y lo que es más preocupante: esas personas están probablemente en la misma situación que tú.

 

Imagina esta situación en una sala: tú estás hablando con tres personas a la vez, pero de forma independiente. Esas tres personas a la vez están hablando con otras tres, intercalando frases contigo y con los demás. Empieza a multiplicar esta situación y añádele que probablemente mientras hablan están haciendo la comida o viendo una serie u ordenando un armario. Ahora diles a esas personas que se centren en el momento presente… ¿en cuál de todos?

 

Cada vez que coges el móvil, abandonas el “aquí y el ahora” porque es imposible estar en el momento presente mientras interactúas con personas o cosas que no están compartiendo ese presente contigo. Solamente piensa la gran diferencia que hay entre hablar con una persona cara a cara, frente a un café y sin móviles sobre la mesa. Piensa en cómo te sientes cuando tu atención y la de esa persona están puestas solamente en la conversación.

Y las redes sociales…

 

Da igual donde estés, siempre vas a tener al alcance de la mano el ver lo que están “haciendo” miles de personas en ese mismo momento. Y le pongo comillas a “haciendo” porque todos sabemos que gran parte de lo que se exhibe en redes es una mentira. O no es del todo verdad. Entonces tú dejas de estar “aquí y ahora” para transportarte a todos esos sitios con todas esas personas que NO son reales. No me malinterpretes: claro que existen, no te los has imaginado. Pero no son reales en tu momento presente, porque no están aquí y ahora compartiendo este momento contigo. Entras en un bucle de alejarte de tu momento real para navegar por otros que no son parte de ti.

 

Pero, ¿entonces qué?

 

Yo soy la primera que vive pegada al móvil. Mea culpa. Durante el retiro me sentí liberada, ahí es cuando me di cuenta el daño que me hago teniendo esta adicción. Porque en realidad es una forma más de esclavitud, aunque sea voluntaria y esté de moda. Me pareció tan maravilloso el poder conocer a personas hablando solo en persona, viendo sus gestos, su tono de voz, percibiendo su energía… me pareció, simplemente, natural. Y me di cuenta de que es muy triste cómo nos relacionamos ahora. No me siento mejor teniendo más likes, ni más conversaciones llenas de mensajes en WhatsApp ni más seguidores. Todo eso es un absurdo que lo único que genera es ansiedad y complica mucho las cosas. ¿Cuántas veces has tenido conversaciones por WhatsApp que han ido mal solamente porque no te veías la cara?

 

Un buen ejercicio es dejar el móvil de lado cuando estés con gente. Eso sí, que lo hagan todos. Y probar a hacer planes cosas sin tener que compartirlas con nadie más, solo con quien esté presente. Guardar esos momentos para ti, solo en tu memoria en lugar de en una foto. Centrar tu atención plenamente en ese instante, porque ya no va a volver y es lo único que tienes.

También puedes hacer “curas” de móvil. Fíjate una hora del día (o unas horas) en las que dejes el móvil a un lado. Quizá cuando llegues a casa por la noche, prueba a no mirar el móvil hasta el día siguiente. No solamente a nivel de conectar con el momento presente, sino también porque el uso del teléfono móvil no está recomendado antes de dormir porque altera el cerebro. Escoge tu momento del día y dedícatelo a ti y a quienes lo compartan contigo.

 

“Este momento, el ahora, es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es ahora

Eckhart Tolle – El poder del ahora

Libros recomendados:

El poder del ahora

Practicando el poder del ahora

Deja de ser tú

 

 

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